Decálogo para una contraducción

Este texto lo escribí en diciembre de 2009, pero quedó inconcluso e inédito. Faltó redactar dos reglas del decálogo y también faltó (claro) seguirlas. No hay contraducción aún, pero ahora que lo releo y reajusto a casi ocho años de redactarlo ¡finalmente hay decálogo de diez reglas (sic)! Así que se los paso y quedan invitados a contraducir lo que se les venga en gana.

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La contraducción es la traducción de un traductor que se traviste de autor. La contraducción es una amplificación intencional de la eterna tensión entre el autor y el traductor.

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La mal llamada “adaptación” de un código semiótico a otro (de la literatura al cine, por ejemplo) es ya, por definición, en mayor o menor medida, una contraducción. Pero la traducción dentro de un mismo código lingüístico (un escrito de una lengua a otra, por ejemplo) no se ha asumido nunca, al menos explícitamente, como una contraducción. Para derrumbar esta aversión a su supuesta “impureza” es que hablamos aquí de la contraducción como un fenómeno estrictamente lingüístico. Nuestras palabras son dinamita para echar a volar los pilares de la traducción intrasemiótica ortodoxa. La contraducción aquí es pasar a ciegas el puente semiótico entre una lengua y otra sólo para después derrumbarlo, experimentar el abismo y eliminar toda posibilidad de regreso.

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La contraducción tiene consecuencias políticas ya que es la evidencia de que incluso lo aparentemente más estable (las ideas o la huella creativa del escritor en un texto) puede transmutarse. El contraductor es un individuo que ha cobrado conciencia de, y ha asumido de lleno, su papel histórico en el devenir textual: un revolucionario que transgrede el estático orden de los signos.

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La contraducción no comunica, es decir, no dirige hacia (trans-ducere) un sentido común entre el texto “original” y el contexto lingüístico del lector. La contraducción, en todo caso, es un énfasis en la incorporación, sin complejos de culpa, de la “traición” intersemiótica de la traducción. El acto de contraducir implica la discordancia: Contraduttore, contraddizione.

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La contraducción es la materialización del deseo barthesiano del “texto” como proceso de lectura-creación. Barthes estaría tan feliz con este escrito que cada noche tendría sus peores pesadillas.

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La contraducción implica un cierto “automatismo psíquico” bretoniano. En la conciencia de la discordancia entre su contraducción y el texto original, el contraductor podrá reconocer sus proyecciones psicológicas, sus fantasías, sus deseos, sus regresiones. Contraducir es también, como en el surrealismo, conocer "el funcionamiento real del pensamiento".

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Pero basta de rodeos y hazte contraductor ya siguiendo estas sencillas reglas:

1.        Elige un texto en algún idioma extranjero con el que estés familiarizado que quieras contraducir a tu idioma; un texto que no hayas leído antes. Contraducir debe ser un proceso de descubrimiento en todos los sentidos posibles.

2.        Queda estrictamente prohibido el uso de cualquier tipo de diccionario en el proceso de la contraducción. Si te enfrentas con una oración, una expresión o un término desconocido, contradúcelo por lo primero que se te ocurra. El peor traductor es el mejor contraductor.

3.        Tómate la libertad de sumar, quitar o cambiar información del texto “original” en su contraducción. Por ejemplo, si alguna idea del texto contraducido te remite a otra idea, propia o ajena, no dudes en agregar esta vinculación a tu contraducción de la manera más creativa posible. La contraducción es el (auto)descubrimiento y la incitación de la voluntad creativa y el estilo del traductor.

4.        Fragmenta el texto y reordena las partes que creas convenientes para establecer una nueva relación entre las cosas.

5.        Cambia al menos un nombre propio. Entre más fonéticamente dispares, mejor será la contraducción nominal.

6.        Modifica el tiempo o la persona verbal cuando creas conveniente.

7.        Si contraduces un relato, atribuye la voz narrativa a uno de los personajes que menos apariciones ha tenido.

8.        Si contraduces un ensayo, recuerda que puedes volverlo relato cuando quieras.

9.        Si contraduces un poema, ¡vuélvelo ensayo! ¡Qué esperas!

10.    Agrega en la contraducción expresiones en tu idioma que sean imposibles de decir en el idioma original del texto.

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Advertencia final: Bajo ningún motivo se permite la traducción de este escrito. Sólo queda autorizada su contraducción. Así, cada contraductor asumirá su rol de discordancia agregando, modificando o sustrayendo información a su discreción. El presente decálogo devendrá, por ejemplo, en su versión portuguesa, en 12 indicaciones; en la norteamericana, la introducción será tan breve que podrá leerse en cinco segundos; y esta advertencia será censurada por un desconocido contraductor chino.