El ruidosón pronto se alineó a cierta sensibilidad generacional de músicos y artistas en diferentes partes del país; una estética que a través de música electrónica y arte digital expresó las complicidades entre la represión estatal, el control mediático y la violencia criminal en México. Alguna vez la llamaron "necropatriotismo", un término sugerente que me permitía conectarlo con la biopolítica (Foucault) y necropolítica (Mbembe, Valencia), pero esta vez desde una propuesta estética que rearticula de formas ominosas los discursos de legitimidad política que operan a través de la violencia estatal y criminal:
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«El necropatriotismo no escenifica el funeral del Estado-nación, sino cómo el Estado-nación puede funcionar también como agencia funeraria. El Estado-nación tiene como base esa contradicción: asume la protección de la vida de sus ciudadanos y, a la vez, sostiene políticas que crean precariedad. Los muertos generados por la explotación y la violencia no son “daños colaterales” del Estado —como sostuvo Guillermo Galván, el secretario de Defensa Nacional durante el sexenio de Felipe Calderón. En todo caso, hablar de los muertos por la precarización como excedentes del sistema es el sustento ideológico de la política estatal. Administrar la muerte es políticamente redituable y la estética necropatriótica aborda el discurso nacional que sostiene este negocio. [...]
Así, en términos generales, llamaremos necropatriotismo a una propuesta estética que se caracteriza por entremezclar los símbolos patrióticos, las imágenes nacionales, los discursos políticos y su ideología mediática, a través de estrategias propias de la música electrónica y los medios digitales y virtuales, como forma de abordar de manera entre crítica y lúdica la situación sociopolítica del país.» (pp. 222 y 225)
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ROLA 6/7: Santos - "El Gatillero" (Agonía, 2017)
IMAGEN 6/7: Portada de 'México | Año Cero', de Espectro | Caudillo (Reuben Torres, de Los Macuanos), con imagen de Pecco (Extasis Records, 2013)