La ideología tiene como fin último la resignación y no hay ámbito de la vida social contemporánea donde haya tenido más efectividad que el de la crisis climática. El problema simplemente resulta demasiado abrumador y los aparatos ideológicos han preferido ignorar los datos o insistir en que una solución de raíz es imposible. El modelo civilizatorio de energías fósiles, con apenas dos siglos y medio, se nos presenta ahora como esencialmente inalterable. Es más fácil imaginar el fin del mundo, dice el viejo refrán teorético. Y, ante este panorama, el espíritu pesimista parece surgir de forma espontánea, casi natural.
En su último libro, Andreas Malm encuentra este derrotismo ideológico en diferentes formaciones teóricas contemporáneas, desde el fatalismo climático de Roy Scranton, hasta la ecología profunda de McBay, Keith y Jensen o la ecología oscura de Timothy Morton. Estos autores, cada uno con diferentes grados y propósitos, se presentan como predicadores de la mala nueva: "Estamos condenados" (Scranton), así que mejor "deja de lado tu último y feroz sueño de ese valiente levantamiento de millones de personas" (McBay, Keith, Jensen) y reconoce que "eventualmente una pesadilla puede volverse tan horrible que empiezas a reír" (Morton). Incluso la sátira Don't Look Up (2021), a pesar de sus buenas intenciones, refuerza esta misma risa pesadillesca como última satisfacción en medio de la distopía. Vemos entonces que el imperativo ideológico de nuestros tiempos no solo demanda que abandones el sueño utópico, sino que además lo hagas "aprendiendo a gozar en el antropoceno".
Por eso Cómo reventar una tubería: Aprendiendo a luchar en un mundo en llamas (2021) es una valiosa excepción al derrotismo dominante en la actualidad. Parafraseando sus capítulos, Malm nos propone "combatir la desesperanza" de los discursos fatalistas, con el fin de "romper el hechizo" de la resignación ideológica y, quizá sobre todo, "aprender de las luchas pasadas" para reconsiderar las estrategias presentes del activismo climático. A estas alturas de la catástrofe y tras décadas de protestas climáticas sin consecuencias, el libro sugiere diversificar tácticas y experimentar con el sabotaje estratégico de la infraestructura de energías fósiles. No como la solución ideal o panacea, tampoco como acto terrorista (pues no atenta contra ninguna vida), sino como un recurso de emergencia para la acción directa ante la indiferencia de las corporaciones, la ineficacia de las autoridades y el fracaso del activismo estrictamente pacífico.
La catástrofe climática es una crisis sin precedentes y que se agrava exponencialmente, con afectaciones dispares por todo el planeta. Contra la impasibilidad cómplice de corporaciones fósiles y estados nacionales, el libro de Malm hace un convincente llamado a la experimentación militante y a la búsqueda inventiva de una praxis teóricamente articulada, históricamente nutrida y tácticamente inteligente. La eficacia simbólica del activismo pacífico es importante y tiene sus alcances políticos, pero no solo de sopa de tomate vive la protesta. Y "aprender a luchar en un mundo en llamas" significa también, como en luchas pasadas, diversificar frentes y estrategias. La desesperanza generalizada a estas alturas de la crisis debe "reventarse" con una robusta y variada lucha organizada.
LIBRO EN ESPAÑOL:
https://drive.google.com/file/d/1R-GhNZelKPd28RJCJGd8k_XPyONcBxG6
LIBRO EN INGLÉS:
https://drive.google.com/file/d/1lf7zVPdaZGbQOdV2znYWv0qvG1dH2FqP