El pasado sábado 25 de junio se presentó Antropotrip, proyecto de live cinema dirigido por José Luis Marín y realizado en colaboración otros artistas. El evento tuvo lugar en Freelance, tienda cultural dentro del Pasaje Rodríguez. Antropotrip ya había sido presentado antes en Marko Disco, como parte de la fiesta de clausura de BorDocs (2009), y en el ICBC (2010). Así pues, en esta ocasión el espacio fue mucho más reducido y el lugar se llenó pronto. Por lo tanto, el formato fue más íntimo e informal que los anteriores, sí, pero sacrificando un tanto la apreciación. Sin embargo, el proyecto ha mostrado cierta evolución. Aunque sigue manteniendo básicamente la misma estructura, en esta ocasión se presentaron nuevas imágenes y audios a la presentación. Además, la lectura en vivo por parte de Rafa Saavedra fue distinta y más extensa que cuando participó en el evento del ICBC.
Video de Sergio Brown de la presentación en Freelance.
Aprovechando la reciente presentación, comparto aquí una versión ligeramente pulida del análisis de este documental experimental incluido en la edición de la revista Generación dedicada a Tijuana, publicada el año pasado. El análisis tiene como base un concepto que he denominado la mutua alteración política (y que he desarrollado también en otro texto), cuya función es explicar (de manera, si gustan, muy elemental) cuál es la relación entre una ciudad y sus habitantes. Creo que Antropotrip gira en torno a la misma interrogante y, por lo tanto, ofrece algunas pistas para entender esta compleja relación, y ése es precisamente su mayor acierto. Aquí, entonces, el texto:
Antropotrip
La sinfonía de la mutua alteración política
Por Alfredo González Reynoso
(Generación, año XXI, no. 82, septiembre-octubre de 2010)
Sinfonía urbana
Entre la ciudad y sus habitantes ocurre un proceso simultáneo: El ciudadano deviene fractal de su urbe mientras que la ciudad materializa los conflictos internos de su sociedad. Llamaremos a este proceso la mutua alteración política (entendiendo por polis a la vinculación específica entre la urbe y sus habitantes). El grado de consciencia de este proceso varía según el contexto, pero el caso tijuanense ha sido, al menos en los últimos años, particularmente sensible hacia ello.
Es aquí desde donde se entiende a Antropotrip, documental experimental en formato de live cinema. José Luis Martín Galindo, director del proyecto, clasifica su proyecto como “sinfonía urbana”. Surgida en los años veinte en Nueva York (Charles Sheeler), Berlín (Walter Ruttmann), Odessa (Dziga Vertov), París (Alberto Cavalcanti) y otras ciudades, la sinfonía urbana es un género (precursor del documental) que surge en sociedades altamente conscientes de los procesos de mutua alteración entre la urbe y sus ciudadanos y que, además, perciben y saben representar sus imágenes, sonidos y ritmos implícitos. Una sinfonía urbana es el intento de hacer cognoscible la mutua alteración política a través del montaje, la puesta en escena y la creación de sentidos.
Pues bien, ¿qué hace posible este proceso en Tijuana? Los rituales cotidianos, los medios de comunicación y su constante producción de imágenes, la interacción urbana (desde la construcción hasta el simple recorrido de sus puentes, calles y avenidas), las relaciones laborales, la vida nocturna. El proceso siempre está en marcha. Y es el registro de estos procesos lo que interesa a Antropotrip, viaje antropológico a tres ciudades en una: la ciudad laboral, la ciudad lúdica, la ciudad mediática.
Acompañadas por la música en vivo del cuarteto de rock instrumental Guaycura Sounds, las imágenes (de Sergio Brown, Iván Díaz Robledo y del mismo José Luis Martín) van siendo montadas en el momento mismo de la presentación por VJs (José Inerzia e Iván Díaz) y proyectadas de manera simultánea en tres pantallas.
El proyecto tuvo su premier en noviembre de 2009 en el evento de clausura de BorDocs, Foro de Cine Documental, y se presentó el pasado mes de mayo en el Multiforo del Instituto Cultural de Baja California, Tijuana, con lectura de textos en vivo (Rafa Saavedra) y en voz en off (Heriberto Yépez).
Video de la premier en BorDocs, Foro de Cine Documental, en Marko Disco (6 de noviembre de 2009).
El espacio fronterizo y el loop como extrañamiento
Tijuana entra en clara interacción con al menos dos fuerzas, dos impulsos disímiles de identidades: la mexicana y la norteamericana. Ello no es tan evidente cuando se está sumergido en la vida diaria. En cambio, brota con más claridad en los momentos de pausa, echando un ojo entre las hendiduras de la cotidianidad.
No es casualidad que sean dos personas que trabajen en semáforos (la luz roja como intervalo de las dinámicas urbanas) los que representen en Antropotrip esta interacción cultural. Los malabares que un muchacho hace con un palo con las dos esquinas encendidas nos demuestran, algo críptica o simbólicamente, esta realidad. Las dos llamas-culturas no se tocan. Pero bailan, deambulan en el aire.
En otro semáforo, un Michael Jackson mexicano baila el moonwalk. Con su traje y sombrero en negro y sus zapatos y guantes en blanco, esta parodia del bailarín epitomiza la habitual apropiación gone wrong de símbolos del primero al tercer mundo.
Por otro lado, la noción bipartita de la vida fronteriza es representada por medio de la consciencia de la vigilancia. La cámara de la Border Patrol registra con su vista nocturna los huidizos cuerpos de los indocumentados, en un luminoso color blanco, entrando a su territorio. En cambio, la cámara de Antropotrip registra del lado mexicano la mirada directa y franca de un migrante detrás del bordo con una casa para acampar esperando su momento. La identidad del observado transmuta, por lo tanto, según el lado de la frontera desde donde se observa.
Todas estas imágenes se rigen bajo el efecto loop. Secuencias que se repiten como mecanismo de extrañamiento. Curiosamente, este mecanismo audiovisual tiene su materialización urbana en la proliferación de enormes fraccionamientos de casas de interés social. Una tras otra aparecen repitiéndose en la pantalla cual epifenómeno de un urbi-cidio.
La ciudad, decíamos al inicio, modifica a sus habitantes (tanto como los ciudadanos alteran la urbe). Entonces, en una ciudad como ésta, con una constante fricción fronteriza y una proliferación del hábitat menudo, el cuerpo del habitante se ajusta y lucha entre los límites que le marcan. Por eso el montaje en Antropotrip insiste en mostrarnos mediante varios loops a uno de sus entrevistados. En realidad no importa aquí lo que esté diciendo el entrevistado. Lo que llama la atención es la forma: los bruscos movimientos que se extienden hacia los lados marcando sus límites con una energía tal que pareciera querer desbordarlos. Lo que el entrevistado en realidad nos dice, pues, es dónde está la frontera que delimita su espacio, ese espacio que sus brazos no dejarán que sea invadido.
Esta postura defensiva se da en otra secuencia, cuando aparece la estatua de Cuauhtémoc, el último tlatoani mexica. El acomodo acelerado en el montaje de un Cuauhtémoc fragmentado en distintos encuadres va mostrando un lado agresivo y denodado en una estatua que, paradójicamente, permanece inmóvil al centro de la glorieta. El orden de colocación de las distintas tomas pareciera revelarnos a un Cuauhtémoc que hará todo por defender, de cara al indiferente tránsito de automóviles, su lugar, su último espacio disponible.
Otro aspecto de realidad geopolítica que modifica las interacciones sociales es el registro del tránsito en el cruce fronterizo. Este afán del registro se encarna en la figura del señor que, parado en medio de la calle, cuenta en su libreta, uno por uno, los camiones del transporte público que llegan y se van. Las secuencias se repiten y se reordenan, insistiendo en el control del tránsito mediante el registro.
La política en la era massmediática
“Me interesa confrontarnos con la realidad contemporánea”, dice José Luis Martín. Su afirmación es atinada, pues esta confrontación, ahora, se ha mediatizado. La realidad devino espectáculo. Por eso las secuencias de los honores que le hacen a un policía caído: pues es aquí donde se muestra con toda claridad la parafernalia del espectáculo mediático.
Además aparece, casi sugerida, la penitenciaría de La Mesa, aquella que fue tomada por los reos hace casi dos años. Y después: la bandera ondeante mostrando sólo su lado rojo. ¿Qué nos sugiere este guiño? Que el proyecto nacional llega aquí parcialmente. De “lo mexicano”, sólo el rojo sangre nos toca. Tijuana, para La Nación (entiéndase: el centro), es el eterno símbolo mediático de la decadencia social.
Por ello surge, cual desconstrucción + desquite, el rostro del ex Secretario de Gobernación, Gómez Mont, con el letrero “púdrete” sobrepuesto, como un escupitajo al mando centralista. Cabe preguntarse: ¿cambiarán en futuras presentaciones esta imagen por la del tijuanense Francisco Blake Mora, nuevo Secretario de Gobernación? El efecto semiótico, sin duda, sería otro completamente.
Quedan, por último, las hipnóticas imágenes de los letreros sacados de un noticiario local: “Además”, “Más adelante”, “Regresa”, aparecen casi fervorosamente una vez tras otra, en el mismo orden. Pero nótese que la última palabra (“Regresa”) es en realidad un close-up de “Regresando” (en el sentido de estar anunciando lo que se mostrará tras los cortes comerciales). Este close-up no es fortuito y lo que nos permite entender es que en realidad la intención de este montaje de imágenes es que sea leído sintácticamente. Es decir, uno debe leer, hilando las imágenes, la oración: “Además más adelante regresa”. ¿Qué significa esto? Que el mensaje encubierto de los medios es que: después de todo (“además”), en el futuro (“más adelante”) se repetirá lo pasado (“regresa”). El montaje revela, pues, un cínico “no te angusties, el porvenir ya fue”: La política como un eterno retorno de los mismos y los medios como los guardianes de esta fatalidad.
Video de Sergio Brown de la presentación en el ICBC (8 de mayo de 2010).
La fiesta al final del (narco)túnel
Invadida real y mediáticamente con imágenes de violencia, la ciudad persiste, sin embargo, como lugar de la fiesta. Sus calles se iluminan con luces de neón y la pelota de disco gira al centro de la pista de baile. “Lo efímero también es urgente”, repite Rafa Saavedra en su intervención.
Una pared muestra el graffiti de un niño con la frase en el pecho: “Área de paz”. Los ciudadanos, después de todo, han encontrado nichos de tregua en esta urbe que les permitan continuar y celebrar sus vidas. “Es una época de crisis política, social, económica, sin duda”, señala Martín Galindo. “Pero no es desesperanza”.