La filosofía lleva siglos enteros pensando qué es la universalidad, qué puede ser universal, qué criterios nos permiten distinguir algo como universal. Pero creo que, a grandes rasgos, hay dos definiciones recurrentes.
Una la llamaré aristotélica, y plantea el problema en términos proposicionales. Es universal una proposición que pueda aplicarse a todos los particulares de un género. El ejemplo clásico: "Todos los hombres son mortales". Y esta universalidad es a su vez el fundamento de la verdad de las proposiciones particulares: "Y si Sócrates es hombre, entonces Sócrates es mortal".
La otra es platónica, y entiende a los universales no como proposiciones generales, sino como formas ideales: lo justo, lo bello, lo bueno, etcétera. Independientemente de la diversidad de apariencias en el mundo, sabemos que algo es justo, bello o bueno cuando captamos en este fenómeno la manifestación de una de estas formas perfectas y eternas. Así, en los diálogos platónicos, Sócrates identifica algo como verdadero cuando esto participa de estas ideas universales, aunque solo lo sea parcialmente, como su reflejo imperfecto y perecedero.
Pero creo que, desde Hegel, hay en filosofía otra noción de universalidad. No es un universal meramente genérico-aristotélico o ideal-platónico, sino que solo existe en lo concreto. En Lecciones sobre la historia de la filosofía, si no recuerdo mal (leí esto hace más de una década y lo cito de memoria para este escrito informal, así que disculpen las imprecisiones), Hegel pone justamente el ejemplo de Sócrates. Si la figura histórica de Sócrates es universal, es porque en su caso concreto se ejecuta la transición del politeísmo al monoteísmo, así como de la vida colectiva orgánica, a la aparición de una nueva idea de individualidad. No por nada, una de las acusaciones en el juicio que realizan contra Sócrates (donde, como saben, es condenado a muerte) es inventar sus propios dioses, pues el daimón interno con el que Sócrates tenía diá-logos ya esbozaba el cambio total de época. En la figura concreta de Sócrates se articula un impasse histórico con consecuencias universales. Así que, de algún modo, en esa conyuntura, "Todos los hombres devinieron Sócrates" (al revés de la proposición aristotélica). O bien, en Sócrates encontramos una forma a la vez universal y absolutamente concreta (sin ningún "reflejo" o "participación" de ideas platónicas externas a toda historia).
Todo esto son mis impresiones generales (al menos preliminares) que tengo de estas teorías entre apenas un puñado de lecturas directas e indirectas. Como filósofo amateur (que ama el amor por el saber), yo solo sé que no sé muy bien si estoy bien.
Pero al menos también sé que el problema de la universalidad lleva tiempo en descrédito entre distintos círculos teórico-académicos y ha sido abandonado con diferentes argumentos, sobre todo por algunas implicaciones y consecuencias políticas (por ejemplo, discursos que se postulan "universales", pero que justifican prácticas coloniales, patriarcales, capitalistas, etcétera).
En principio, simpatizo con estas actitudes críticas y escépticas. A fin de cuentas, la visión eurocéntrica o patriarcal de Hegel, por ejemplo, es evidente y bastante problemática, así que entiendo los argumentos de Enrique Dussel o Carla Lonzi. Y no estoy aquí para defenderlo de estos argumentos. Pero sí me interesan los alcances, quizá insospechados, que tiene su propuesta filosófica, pues muchas veces me ha ofrecido pistas de lectura importantes.
Pienso, por ejemplo, en la inesperada cadena de sucesos que llevaron al "Apruebo" del reciente plebiscito sobre el posible cambio a la Constitución heredada de la dictadura neoliberal de Pinochet. ¿Cómo fue que el alza en el precio del metro desembocó en protestas masivas que llevaron a cambiar por completo la constitución de un país? "No son 30 pesos, son 30 años" fue una de las consignas de las manifestaciones. Pero quizá es más interesante ver cómo en esa coyuntura histórica la protesta por los 30 pesos del metro (iniciada por unas jóvenes de preparatoria saltando el torniquete sin pagar) devino en protesta por (más de) 30 años de neoliberalismo. Hay fenómenos concretos en un mundo, a veces incluso tan aparentemente banales (como el precio del metro), que de pronto son capaces de volverse universales cuando articulan un impasse y se abre desde ahí una posibilidad de replantear por completo los parámetros de ese mundo.
También pienso en el modo en que la discusión sobre la universalidad se ha abandonado en buena parte del pensamiento crítico actual, pero la discusión sobre la globalización se ha vuelto tan central. ¿Y si el problema filosófico sobre los universales nos da pistas para comprender y actuar mejor en el contexto abrumadoramente capitalista de la globalización contemporánea? Creo que el reto político más ambicioso en la actualidad es encontrarse con el "boleto del metro" de la globalización capitalista y saber hacer con él (paciente pero tenaz e inventivamente) una secuencia política con alcances universales.