Desea momificar la realidad como imagen ("I. Ontología de la imagen fotográfica"), reemplazarla con su representación total ("II. El mito del cine total") y explorar por mar y tierra toda región humana e inhumana ("III. El cine y la exploración", "IV. «El mundo del silencio»").
La imagen técnica quiere comerse al mundo, ser el mapa infame que se zampó al territorio. Y Bazin analiza este ímpetu omnívoro desde la invención de la foto, pasando por el lenguaje cinematográfico, hasta la revolución fílmica de posguerra (sobre todo del Neorrealismo Italiano).
32 años después de la muerte de Bazin, el telescopio espacial Hubble reveló los alcances cósmicos de esta gran mordida escópica, mientras que ayer y hoy, a 32 años más del Hubble, la imagen técnica tuvo un ímpetu renovado con el telescopio espacial Webb, el mejor en la historia.
¿Por qué fascinan estas imágenes del espacio profundo? Son imágenes que nos enfrentan a una tensión entre la metafísica idealista de sustituir la totalidad de la realidad con su doble perfecto y la epistemología materialista del referente insustituible (e incluso intotalizable).
Y este choque invoca a una imagen espectral: a la vez signo de una materia inerte (indiferente a toda humanidad) y símbolo de una verdad espiritual (aunque sea por la vía negativa de nuestra aparente insignificancia cósmica).
Es como si las imágenes del telescopio Webb nos entregan al modo de un espejismo la trascendencia negada por el materialismo científico que produjo y da sentido al telescopio mismo.